Como complemento a la producción del ganado vacuno y caballar, se
desarrolló en la zona de Campoo la cría del ganado lanar. Las ovejas
producían algunos beneficios a sus dueños.
Por una parte las crías de la oveja, el cordero que generalmente
era vendido en ferias y mercados, facilitando ingresos necesarios para
los gastos ordinarios de la casa.
Por otro lado, en la estación de otoño casi todas las familias sacrificaban
una oveja o cabra que suministraba la carne suficiente para pasar
la sementera (época de siembra).
En algunas zonas, la matanza de la oveja se realizaba durante el verano,
siguiendo una costumbre llamada adra. Esta consistía en que cada
semana un vecino sacrificaba una oveja, la dividía en partes, tantas
como vecinos se hubiesen acogido a este régimen (en ocasiones
todos los vecinos del pueblo), repartiéndola entre ellos y
quedándose él con la peor parte, generalmente los despojos.
A la semana siguiente, otro vecino ejercía la vez y así sucesivamente
hasta que terminaba el turno. De esta forma todos los días disfrutaban
de carne fresca y así evitaban echarse a perder parte del animal si solo lo
tuviera que consumir una familia.
De las ovejas también se obtenía la lana, imprescindible para la realización
de prendas de vestir: jerseys, calcetines, guantes, bufandas, fajas y
mantones. También se utilizaba para el relleno de colchones y
almohadas.