miércoles, 7 de noviembre de 2012

FOTOS ALUBIADA 2012

Aunque el tiempo no acompañó , 81 fueron las personas, entre niños y mayores que se apuntaron para  degustar las fantásticas alubias que  Mikel cocinó.  Desde aquí  agradecer a todas las personas que asistieron y a todos los que participaron para que todo saliera perfecto.  ¡¡A repetir el año próximo !!!.







domingo, 4 de noviembre de 2012

FESTIVIDAD DE TODOS LOS SANTOS

Este jueves, 1 de noviembre, como en el resto de España, también se ha celebrado la festividad de los Santos en Ruerrero. Por eso, su cementerio se ha llenado de color con las diversas flores recordando a sus difuntos .



jueves, 18 de octubre de 2012

ENTRADA A RUERRERO

Aquí dejo una foto en la que se puede ver como era antes la entrada al pueblo de Ruerrero. Antiguamente era un cruce (aquí incluso no estaba ni asfaltada la carretera), y ahora tenemos una rotonda que muchas ciudades quisieran hacer uso de ella por su tamaño.
Personalmente entre la rotonda de ahora y el cruce de antes, me quedo con el cruce.



martes, 9 de octubre de 2012

ALUBIADA 2012

Como viene siendo años atrás, La Asociación El Castillo quiere preparar una alubiada.
 Se celebrará el día 3 de Noviembre a las 14:30 en el "Chiringuito".
Toda persona del pueblo que quiera apuntarse que mande un correo electrónicos a  asociacionelcastillo@gmail.com






domingo, 23 de septiembre de 2012

LA LEYENDA DEL HOMBRE-CABRA


Oscar Bocos me envía esta historia - leyenda recogida y escrita por él años atrás. Era muy común escuchar este tipo de narraciones durante las noches de verano, cuando íbamos y veníamos andando de las fiestas de los pueblos de alrededor.
La verdad de esta historia y de otras muchas más permanecerá oculta para siempre en los parajes que rodean a Ruerrero.






2 de octubre de 1984
LEYENDA DEL HOMBRE-CABRA
Hace muchos años vivó un leñador en Ruijas, un pequeño pueblo al sur de Cantabria. Trabajaba afanosamente para sacar adelante a su esposa y a sus cuatro hijos. Pero todo cambió la feliz vida de este humilde montañés cuando, una noche, al filo de las doce, tuvo que adentrarse en el bosque para recoger unas herramientas que había olvidado en la jornada anterior. El monte, en esa noche de otoño, aparecía oscuro y tenebroso, lo suficiente para que la imaginación corriese por la mente del leñador en busca de terroríficas escenas.
                Sus pasos lentos y pensados provocaban crujidos secos y ahogados en la superficie, que él intentaba evitar a toda costa. De pronto, se dio cuenta de que no había seguido el camino acostumbrado, sin duda debido a la escasa claridad de esa noche, y se alejaba de su ruta. Comenzó a andar y andar sin poder encontrarla y, por fin, agotado por la caminata, se recostó sobre un roble para reposar un rato.
                Pero, aunque sus ojos permaneciesen cerrados, los oídos trabajaban al máximo para detectar el ruido más insignificante que allí se produjese. Cuando se levantó, observó el paisaje y emprendió de nuevo la marcha, pero no tardó en oír cómo algo detrás de él le venía pisando los talones. Pensó en algún animal perdido y no le dio importancia. Pero los pasos sonaban cada vez más cerca, hasta que decidió detenerse e intentar averiguar qué le seguía incansablemente. Retrocedió, pero no pudo hallar nada extraño. Nada más proseguir su camino, volvió a oír los pasos que ya le estaban enloqueciendo. Así, no tardó en divisar entre unos matorrales dos luces grises que brillaban en la oscuridad. No supo qué hacer y, presa del pánico, echó a correr sin dirección fija, hasta que se precipitó por un barranco de gran pendiente.
                Perdió el conocimiento y, cuando despertó, se vio rodeado por más de treinta cabras que le observaban atónitas. Sus ojos brillantes le hicieron recordar la causa de su huida. El barranco era inaccesible para trepar por él, causa ésta que impidió al leñador volver a su pueblo. Allí le dieron por muerto unos días después al no conseguir encontrarlo por los alrededores. Pasó el tiempo y convivió con las cabras el número suficiente de años para que su cabeza se estirase cubierta de pelos, con cuernos enanos, como si de una cabra se tratase. Sus pies eran ahora pequeños y su cuerpo de un gris claro, como sus compañeras, sólo cubierto por una chaqueta negra y roída. De su barbilla había brotado una mata de pelos: había en el bosque una nueva especie, el hombre-cabra.
Y así, como cuenta la leyenda, en las noches oscuras, se le puede oír caminar lentamente por el bosque junto a la curva después de pasar Ruijas hacia Polientes, en busca de alimentos para sus compañeras y provocando el terror y la inquietud de cuantos pasan a pie por esa carretera a esas horas de la noche.  

miércoles, 19 de septiembre de 2012

RINCONES DEL PUEBLO

Foto de uno de los rincones que tiene Ruerrero y que la gente  pasa desapercibida a su encanto.




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